Pregunta: ¿Qué son para usted la frustración y el fracaso?
Víctor Albarracín: La frustración es una condición. Yo siempre he tenido una consciencia muy clara del fracaso y muchas de las iniciativas que he emprendido han tenido la idea clara de asumir su propio desastre. A mí siempre me ha interesado esa especie de teleología del fracaso que planteaba, por ejemplo, el maoísmo –independientemente de la carga política y todo eso-. Me parece que había una fuerza enfocada en el hecho de decir “vamos a fracasar hijueputa con toda y si volvemos a fracasar, vamos a fracasar otra vez y otra vez” y al final de ese fracaso siempre va a quedar algo, porque se construía una posición dialéctica que me llama la atención, porque al final del proceso, cuando uno va por el camino del fracaso, es muy difícil que uno pueda quedar encasillado en algo, porque a diferencia de quien triunfa, que siempre triunfa por el mismo lado, uno siempre fracasa por un lado distinto. Entonces veo en la frustración y en el fracaso un valor positivo que es esa posibilidad de escaparse de la idea de sujeto terminado y que plantea un proceso más bien continuo, abierto, donde hay nuevos caminos. Es un proceso muy difícil porque no tiene ningún nivel de reconocimiento social, pero me parece que es un proceso más vivo. Por un lado la frustración es algo que se padece, pero por otro lado es algo que lleva a moverse.
...Por otro lado, y lo he hecho en varias ocasiones y lo he cogido un poco como “carrera”, en el campo del performance y de la intervención cuando se presentan oportunidades de hacer algo con respecto a una institución o a una persona que quiero de alguna forma boletear. Me parece que la acción, la intervención y la conferencia son propicias y las he utilizado en trabajos individuales y también con otras personas a la hora de montar o de producir ese tipo de eventos. Siempre han sido acciones despoetizadas, digamos, muy en contravía de esa tradición del performance que instauró en el país María Teresa Hincapié y que, en mi caso, tienen que ver más con la idea del espectáculo, con la idea de lo precario, con la idea de lo ridículo, con la idea de lo patético, pues me parece que son fuerzas muy vivas y en donde hay realmente posibilidad de exponerse. Me parece que hacer un trabajo donde uno corre el riesgo de que todo salga bien, ser entendido, aplaudido y admirado es una pendejada, prefiero esos puntos donde uno mismo sale sintiéndose un poco basura, o sintiéndose como un hijueputa porque hay un rango real de exposición, me parece que eso es fundamental. A mí me gusta esa idea de que quien expone, se expone, ver qué grado de exposición real puede tener uno jodiendo a espacios como el Museo de Arte Moderno de Bogotá o la Fundación Gilberto Alzate. Sin embargo es un nivel de exposición que tampoco compromete la vida real; desafortunadamente no va a salir Gloria Zea con una escopeta a intentar pegarle un tiro a uno. Sería magnífico que eso llegara a pasar algún día, pero en la práctica uno sabe que todo está tan mediado y no hay mucho chance de que eso ocurra. Entonces uno también aprovecha hasta donde puede.
http://privadoentrevistas.blogspot.com/search/label/V%C3%ADctor%20Albarrac%C3%ADn
Sitios relacionados:
http://calumniadeavena.blogspot.com/
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Víctor Albarracín: La frustración es una condición. Yo siempre he tenido una consciencia muy clara del fracaso y muchas de las iniciativas que he emprendido han tenido la idea clara de asumir su propio desastre. A mí siempre me ha interesado esa especie de teleología del fracaso que planteaba, por ejemplo, el maoísmo –independientemente de la carga política y todo eso-. Me parece que había una fuerza enfocada en el hecho de decir “vamos a fracasar hijueputa con toda y si volvemos a fracasar, vamos a fracasar otra vez y otra vez” y al final de ese fracaso siempre va a quedar algo, porque se construía una posición dialéctica que me llama la atención, porque al final del proceso, cuando uno va por el camino del fracaso, es muy difícil que uno pueda quedar encasillado en algo, porque a diferencia de quien triunfa, que siempre triunfa por el mismo lado, uno siempre fracasa por un lado distinto. Entonces veo en la frustración y en el fracaso un valor positivo que es esa posibilidad de escaparse de la idea de sujeto terminado y que plantea un proceso más bien continuo, abierto, donde hay nuevos caminos. Es un proceso muy difícil porque no tiene ningún nivel de reconocimiento social, pero me parece que es un proceso más vivo. Por un lado la frustración es algo que se padece, pero por otro lado es algo que lleva a moverse.
...Por otro lado, y lo he hecho en varias ocasiones y lo he cogido un poco como “carrera”, en el campo del performance y de la intervención cuando se presentan oportunidades de hacer algo con respecto a una institución o a una persona que quiero de alguna forma boletear. Me parece que la acción, la intervención y la conferencia son propicias y las he utilizado en trabajos individuales y también con otras personas a la hora de montar o de producir ese tipo de eventos. Siempre han sido acciones despoetizadas, digamos, muy en contravía de esa tradición del performance que instauró en el país María Teresa Hincapié y que, en mi caso, tienen que ver más con la idea del espectáculo, con la idea de lo precario, con la idea de lo ridículo, con la idea de lo patético, pues me parece que son fuerzas muy vivas y en donde hay realmente posibilidad de exponerse. Me parece que hacer un trabajo donde uno corre el riesgo de que todo salga bien, ser entendido, aplaudido y admirado es una pendejada, prefiero esos puntos donde uno mismo sale sintiéndose un poco basura, o sintiéndose como un hijueputa porque hay un rango real de exposición, me parece que eso es fundamental. A mí me gusta esa idea de que quien expone, se expone, ver qué grado de exposición real puede tener uno jodiendo a espacios como el Museo de Arte Moderno de Bogotá o la Fundación Gilberto Alzate. Sin embargo es un nivel de exposición que tampoco compromete la vida real; desafortunadamente no va a salir Gloria Zea con una escopeta a intentar pegarle un tiro a uno. Sería magnífico que eso llegara a pasar algún día, pero en la práctica uno sabe que todo está tan mediado y no hay mucho chance de que eso ocurra. Entonces uno también aprovecha hasta donde puede.
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